domingo, 16 de agosto de 2015

Protégete del abuso verbal por parte de un familiar:

Transformando emociones de la adversidad a la fortaleza.



Cómo crear un escudo protector contra el agresor verbal

Por Sarah Russek de Weiss, Psicoterapeuta Cognitivo-conductual

Más que el brillo de la victoria, nos conmueve la entereza ante la adversidad.

-Octavio Paz

¿Pero qué hacer cuando la adversidad parece haberse encarnado en nada menos y nada más que un ser querido? Un ser del que no es fácil alejarse o poner distancia de por medio; un familiar, por ejemplo, que responde al nombre de mamá o papá. O uno de esos seres queridos para  los que no fue creada la palabra divorcio. Si bien debiera existir quizá…  ¿Qué hacer cuando la voz de un ser amado se convierten en flechas hirientes, apenas salen éstas de su boca? Ya sea que las perfile el tono hiriente de su voz o las defina el contenido simbólico de las mismas?

“Las piedras y los palos rompen huesos las palabras no”-dice un conocido refrán. Sin embargo, la voz de los padres, siempre será la voz de papá o de mamá… como si el origen de nuestra esencia nos sorprendiera con forma humana y nos hablara acerca de quiénes somos -supe de una mujer de 70 años angustiarse hasta las lágrimas por un comentario hiriente proferido por su madre de 90- Quizá las palabras no rompan huesos, pero las palabras de ciertas personas pueden llegar a calarlos, aún y más allá, de los años de infancia.

Si la adversidad nos encuentra con la actitud adecuada, podemos enfrentarla con compromiso.  Aún si toma como mercenario en nuestra contra a un ser profundamente querido, habrá que enfrentarle como enemigo,  imagina si quieres, que le ha tomado ésta  como rehén a tu ser querido, o  escudo humano, para salir en tu contra. Al fin, enemigo.

Para protegerte, crea un escudo protector, a veces es necesario a la adversidad  encararla, más que para salir victorioso, para no morir en el encuentro o salir gravemente herido. Pero si no es el caso, crea un escudo protector.

En la adversidad,  conviene muchas veces dar un giro atrevido, he aquí algunas ideas de cómo hacerlo cuando viene a tu encuentro en la forma de palabras agresivas o hirientes por parte de un ser querido:

·         Desvía el tema. Tenemos derecho de no hablar de lo que no queremos.

·         Contesta con monosílabas. Por ejemplo, “Aja”, “no me digas…, como si fueran en otro idioma. Ejemplo; “¿eres un idiota?” –“¿A qué te refieres con idiota?”

·         El agresor  espera que le contestes algo acorde a lo que te dice, si lo confundes con dichos fuera de lugar lo harás pensar y lo desviarás del tema.

·         Has como si fueras una máquina fuera de servicio: cuando te agredan enfrenta las palabras como si no las entendieras, por ejemplo, ante “¿eres un idiota?” –“A qué te refieres con idiota?”

·         Recuerda que el que pregunta manda:  tú se el que hace las preguntas. Eso hace pensar al agresor y tú tienes tiempo de pensar sobre el ataque.

·         Paraliza a tu adversario con un abrazo.  El agresor espera activar tu enojo, si le “agradeces” el comentario (como si fuera constructivo) y lo abrazas o tocas el hombro, etc. ¡Lo dejarás asombrado!

·         Usa un cumplido (un sarcasmo discreto, no agresivo). Por ejemplo, “Jamás llegarás a tener éxito”  –“Admiro tu sabiduría, gracias por esta ayuda existencial.”

·         No lo tomes como algo personal:  la gente puede decidir querer verte enojado, pero tú decides cómo tomas sus comentarios. Una persona puede querer venderte una chancla apestosa y vieja, pero tú decides si la compras o no.

·         Recuerda que la gente habla proyectando parte de lo que son. Quien con arrogancia devalúa y se mueve con desdén en realidad proyecta sobre los demás lo que esconde de si mismo: su sentimiento de inferioridad. La gente se resistirá por lo tanto a ser cariñosa con él o ella; y aunque en el fondo no quiera ser rechazado(a), provoca aquello que más teme, y se irá quedando solo(a).

Es necesario protegernos del agresor verbal, pues el daño que hace el abuso verbal, aunque no se vea, es interno… con el tiempo, miles de frases, cientos de miles de tonos agrios de voz, y miles de miles de expresiones de desapruebo, -cuando son lanzadas por nuestros seres más queridos, de quien esperaríamos sólo amorosa ternura y contenedora comprensión-, generan sin duda una especie de osteoporosis del alma. Las palabras  no rompen huesos, pero pueden dejar vulnerable  el centro mismo de la estructura del individuo: su sentido de valía, su seguridad, la esencia de su sentido del Ser.

De ahí que sea tan importante crear un escudo protector, pero si éste no es suficiente frente a lo que parece ser la artillería pesada, descansa… simplemente aléjate. Muchas  veces la mejor victoria, la da la batalla no realizada.

Si necesitas apoyo para fortalecer tus escudos protectores, o para sanar los huesos del alma, o quizá para lograr ganar una nuevamente seguridad en ti mismo(a), con las menos batallas posibles, llama y haz una cita, con gusto te atenderemos.

Y recuerda, la adversidad es un espejo en el que deben mirarse aquellos que deseen verdaderamente conocerse. Pero cuando toma forma de agresión verbal, es sabio mirar  a la agresión verbal cual enemigo; que no te engañe el lobo disfrazado de oveja. Si lastima no es amor. Si no hay respeto, no es amor.

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