Transformando emociones de la adversidad a la fortaleza.
Por Sarah Russek
Camino a la luz. Más allá de la mente dual, de las distorsiones cognitivas: una salida espiritual del laberinto.
Por Sarah Russek
Los seres humanos somos seres de origen
divino. Partículas cósmicas conforman nuestra materia o forma, y el espíritu
más elevado habita intrínseco en
nosotros. Somos capaces de sentir amor y de ejercer libertad
de elección. Por sus alcances, el alma humana es aún más elevada que los
ángeles más excelsos. Y su capacidad de amor es más grande que cualquier ser
que haya existido. Pues literalmente podemos abarcarlo todo… todos los mundos y
todas las dimensiones. Somos creadores, constructores de realidades, de
futuros, de presentes, de universos infinitos.
Sin embargo, nuestro desplazamiento en el
tiempo y en las dimensiones, al ejercer la libertad de elección, y el tener al
alcance todos los paraísos, nos hace vulnerables a errores, a desvíos, a
caídas; a veces, incluso somos capaces de desviarnos de nuestro más íntimo ser
o esencia. Cuando el ser humano liga su
voluntad a la ilusión de los opuestos, y dimensiona la oscuridad, en lugar de reconocer su origen
de Luz en el amor, no sólo no se construye, se destruye. Y destruye mundos con él.
La oscuridad no es falta de Luz, pues no hay
un solo rincón del universo, de los mundos, y de las dimensiones, ni de los
espacios ni de los tiempos, que no esté lleno de Él. De su Luz.
La oscuridad en el origen, era sólo un vacío
creado en función de dar al ser humano la posibilidad de ejercer libertad y
voluntad. Es una función cuyo propósito es finito. Pero este espacio vacío, se
convierte en una ilusión de falta, de carencia, sólo cuando es recreado por la
mente dual, del ser humano.
El problema es cuando la mente humana entra en un
estado de juicio severo, de crítica, cuando busca imperfectos, cuando
practica peyorativos. Cuando entra en una función dual del
pensamiento. Cuando distorsiona. Cuando cree que carece… cuando sufre, cuando
se duele. Entonces crea sufrimiento.
Sin embargo, cuando el ser humano ejerce su
voluntad y libertad, para reconocerse a sí mismo más allá de la dualidad de la
mente. Cuando sondea su ser, y se reconoce o identifica con la conciencia
ligada al alma. Y reconoce la unicidad de su esencia en el Todo. Entonces alcanza el estatus de Creador, pues se habrá
creado a voluntad a sí mismo, y estará completo.
Entonces, las decisiones a las que ligará
su voluntad serán en términos de colores
y no en términos de blanco y negro…
¿Es posible alcanzar ese estado en este mundo?
Sí. Le llaman a veces iluminación, mesías
interior. Es un estado de plena consciencia. Es entrar en contacto con tu ser
superior, original y ligar tu mente, corazón y voluntad a Él. La iluminación
está más allá de la mente dual, en la Unidad y Unicidad del Todo.
El ser humano no nace como un ser terminado.
Nace con el potencial de alcanzar los cielos y las estrellas, de construirse a
sí mismo, a consciencia, y reconocerse como un ser de Luz. También tiene la no-capacidad de confundirse y destruirse,
cuando se aleja de su esencia infinita, toda vez que confunde la Luz con la
obscuridad. El amor con el miedo.
Camino a la luz.
Recordar que no hay oscuridad, es una ilusión. Sólo hay Luz.
Camino a la luz.
En el mundo o nivel en el que habitamos, las
realidades para la mente, a veces no son tan claras, para nada las
cuestiones son en blanco y negro. Erróneamente la mente humana, mientras está
funcionando dentro de un patrón de separación y aislamiento, en una función de
interpretación dual, o dicotómica, ve al
mundo escindido, generando dolor y sufrimiento.
Eso no
significa que no existe "el bien y el mal". Estas "polaridades" son una consecuencia
de las decisiones tomadas al nivel de una mente que sufre o que se duele, que
carece. Dentro de la ilusión, o del engaño. En realidad solo hay bien, sólo hay
Luz. Se está completo. Se es.
En la realidad, si acaso, encuentras claroscuros,
y hay múltiples tonalidades de una combinación casi infinita
de colores. Esa es la realidad: solo hay Luz.
Entonces el reto es recordar que la mente es
sólo un instrumento, que yo soy la consciencia detrás de su uso. Que
yo, la consciencia, decido, que estoy por arriba del nivel de la mente. Y que sé
que mi estado original es regresar en el ahora, a una función de unidad, de realidad
espiritual, en donde todo es Uno. Y para ello sólo hace falta reconocerlo…
Hoy por hoy, ir separando, ir depurando, ir
diferenciando, dentro y fuera del ser, es deseable, más no la puerta más directa a nuestro nivel superior, o fuente de mayor Luz interior. Toma demasiado
tiempo. Nos permite sublimar, sí, el dolor y el sufrimiento.
Pero si quieres salir de éstos, sólo recuerda: en realidad, en el ahora, Somos
Uno. Y ese Uno es bueno. Todo, absolutamente todo, es para bien. Todo es Luz.
Sólo permite, y se uno con el Todo y todo con el Uno.
Y si estás aún en el camino. Si amas el devenir de
los senderos, y disfrutas los paisajes verdes, así como las cenegas. Para no
quedar atrapado una y otra vez dentro del espejismo de la mente dual, recuerda
que este mundo físico, es un mundo de procesos, no de funciones terminadas. Y
que la mente es sólo un instrumento a tu servicio, que tú no eres ella. Que el
ser humano es perfectible, más no es perfecto. Reconocer estas tres cosas te
libera. Esto no puede entenderse desde
la mente. Sólo se vive desde la conciencia. La mente dual esa sabiduría no la tolera, se retuerce, se enfrasca, se
muerde la cola, se enreda.
No sufras. Salte de vivir dentro del nivel de la
mente, si la habitas, la mente se
convierte en una caja de laberintos, en el mejor de los casos, es sólo un
instrumento: está limitada. Si la mente es el instrumento tu eres tú, eres el
concertista.
No eres tus pensamientos, ni tus sentimientos, ni
tus deseos, ni tus sensaciones, ni tus percepciones, ni demás. Ni siquiera eres
la suma de todos ellos. No eres la mente. Eres la consciencia ligada al alma,
quien es capaz de dar guía y uso al instrumento. Tú eres el Uno que está por
encima de la mente dual. La abarcas y la afinas. La entrenas, la usas.
Recuerda, no somos perfectos, en este mundo no hay
nada que lo sea. Hay belleza dentro de la imperfección. Reconocer esto, puede
ser tu primer paso. Ser perfectibles, nos hace seres perfectos. Lo que nos
permite trincarnos a la Luz, ver la Realidad, Amar, Crear y dejar de ver en espejo… por decisión propia.
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