domingo, 13 de septiembre de 2015

Para quienes esperan que el hombre violento cambie...

Transformando emociones de la adversidad a la fortaleza.

Violencia masculina en la pareja


Sobre el deseo de ella de que él cambie
 
y la resistencia al cambio de él…

 
Escrito por Sarah Russek de Weiss,
 
psicoterapeuta Cognitivo. Conductual

 

Si eres una mujer que soporta la violencia de un esposo que te maltrata, sabes que a los ojos de un observador externo simplemente no deberías permitirlo. Que deberías separarte.
Pero no lo haces.
Puede ser que tengas temor al castigo o a las represalias,  o que te sientas sin medios alternativos de apoyo económico. Quizá te preocupen tus hijos, o que aún sientas que le necesitas a él para no estar sola. Quizá no encuentras apoyo en la familia y/o amigos; y te da miedo la estigmatización de ser “divorciada”.
O quizá simplemente estás esperando que él cambie…
 
Que no te sorprenda que  pudieras estar esperando que él cambie. Sabes, no eres la única, es parte del síndrome de la mujer maltratada esperar que eso suceda. Estudios cualitativos integrales en Estados Unidos, África, América Latina, Asia y Europa, revelan que esperar “a que él cambie” es un factor que puede determinar que las mujeres maltratadas continúen en una relación violenta. Muchas veces esa falsa esperanza es lo que permite que siga el círculo de la violencia.
 
En realidad las posibilidades de que suceda “que él cambie” son muy bajas. En la absoluta mayoría de los casos las posibilidades son nulas. La resistencia al cambio por parte de los hombres violentos con la pareja, es parte de su perfil como hombres golpeadores.
 
Incluso en aquellos hombres golpeadores que acceden a asistir a un tratamiento psicológico, la resistencia al cambio es uno de los rasgos más característicos. Mientras más se les presiona para cambiar, más se resisten.
 
También existen hombres violentos aparentemente muy amigables y seductores. Quienes falsamente consienten a todos los señalamientos e indicaciones de las personas involucradas o interesadas en que la violencia hacia determinada mujer se contenga. Pues adulan y hacen creer que están dispuestos a cambiar, cuando en realidad la resistencia al cambio impera en ellos. Simplemente no creen que algo esté mal en ellos, o que deban cambiar nada.
 
Un hombre maltratador generalmente tiene un mal pronóstico.  Aún si finalmente “alguien hablara” con él para convencerlo. Difícilmente él entrará en razón. El hombre violento, tratará de esquivar la situación e irse por las ramas, si es que no cuestiona o confronta a la bien intencionada persona en cuestión. Y si el interlocutor “le impone”  por alguna razón, el hombre violento optará por seducirlo, “hacerle la barba”. Buscará manipular la situación a su favor siempre, ya sea que quien trate de convencerlo sea un familiar, líder comunitario, sacerdote, amigo o terapeuta. En ninguno de los casos se asumen a sí mismos como golpeadores.
 
En este sentido la problemática se parece a la de las drogas: la negación típica de los adictos a reconocer su adicción es muy similar a la del agresor para reconocer su responsabilidad sobre su conducta violenta, o sobre la necesidad de cambiar.
 
Los  especialistas a nivel mundial en el tema, han estimado que menos del 1% de los esposos agresores derivados a tratamientos específicos llegan a reconocer que necesitan cambiar y quieren realmente cambiar.
 
Hay algunos hombres violentos que aparentemente por su propia cuenta buscan ayuda. Aunque técnicamente pareciera que buscaron ayuda por su propia voluntad, como si “realmente quisieran cambiar”, en realidad existen otros motivos que los impulsan. Muchas veces es por temor a que se termine el vínculo con su pareja. Pocos son los que realmente aceptan la ayuda porque perciben tener un problema.
 
Más de un marido violento regatea con su compañera frente al  terapeuta poco experimentado o cualquier tercero que se haya prestado de “mediador” o “ayuda”.  Los hombres violentos hacen todo para hacer los menos cambios posibles. Además de que es muy probable de que manejarán la situación como si fuera “un problema de dos” o “totalmente un problema de ella, por loca, irresponsable, ladrona, mentirosa, etc.”¡A veces hasta llegan a convencer al interlocutor! Cuando en realidad él, quien ejerce el abuso emocional o la violencia, es el único responsable de su conducta. No hay nada, absolutamente nada, que justifique la violencia.  
 
Algunos hombres violentos, -si llegan a ver decidida a su esposa a separarse y perciben “que va en serio”-, cuando bien les va, a veces acuerdan ir a tratamiento sólo para ir un par de sesiones; con el objeto de regresar a su casa a la normalidad, “para reconciliarse” o para que su esposa no le denuncie.
La mayoría de los hombres golpeadores  consideran que el problema está en la mujer, sin focalizar su propia violencia. Sencillamente creen que si alguien tiene que cambiar es ella.
Y quizá tengan razón… pero no de la forma que ellos creen.
 
 A veces la persona maltratada puede sentirse tan limitada que “no hacer nada” es la mejor manera que ha encontrado hasta ahora de protegerse a sí misma y a sus hijos. Pero no te engañes, él no va a cambiar, busca ampliar tus opciones y si no las tienes créalas.
Que él no cambie no implica que tú no cambies.
Recuerda que tú si puedes hacer algo.
Hay quienes están especializados en este tipo de problemática y te apoyarán para que recuperes tu fortaleza interna y el ser dueña de ti misma.
¿Hace cuánto que perdiste tu capacidad para la alegría? Recupérala.
Mereces una vida sin violencia.

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