miércoles, 2 de diciembre de 2009

Alquimia espiritual


-recoge la trascendencia decantada a lo largo del camino. Las pepitas de oro se formaran alrededor del sendero…


-Por Sarah Russek de Weiss

Los alquimistas debían transmutar su propia alma antes de transmutar los metales. He aquí el secreto.

Requiere de un importante elemento: trascendencia…

¿Cómo obtener tan preciado ingrediente, efímero como lo es el tiempo para tantos, y tan sólido como lo es la vida para otros…?

Para obtener el componente en cuestión, habrá de ser necesaria una decantación, bajo el apremio de todos y cada uno de los cuatro elementos, pasando por fuego, aire, agua, y tierra. Experiencias, se trata de experiencias…

Experiencias… producto de la suma de todo tipo de minutos: de intimidad y cercanía, de distancia y lejanía. De minutos reales, de esos llamados crudos, y de aquellos llamados sublimes, pero sobre todo, de muchos, muchos instantes reglamentarios: humanos, leves, efímeros, casi imperceptibles… triviales.

El alquimista decide decantarles en el precipitado de la conciencia, hacerles mutar en significativos, el alquimista elige darles peso de tan ligeros, hacerlos irrepetibles: trascendentales.

Es entonces, que obtiene la trascendencia, elemento indispensable y necesario en la obtención de oro.

Para el alquimista que ha de convertir el plomo en oro, la perseverancia es la clave, ¿de qué otra manera se puede dar peso a la "levedad del ser"? ¿Y transformar así el ser más allá de la entropía, para decantarse en amor maduro, incondicional, constante…?

Para obtener del plomo unas pepitas de oro, también se necesita saber que el éxito está en el proceso, no se obtiene sin desapego. La humildad y el agradecimiento son los catalizadores.

Quienes decantan trascendencia del absurdo, del dolor, del sin sentido, son alquimistas, crean oro.

Si decides ser alquimista. No vayas a creer que es trabajo de laboratorio. Si ha de parecerse a una profesión, es a la de trotamundos. Recuerda llevar la búsqueda de la verdad como báculo, -disposición al cambio. Y una canasta para tanto oro...

Los lingotes se formarán a partir de las experiencias, se sumarán solos. Pero no te confundas, si obtienes peso, no se trata de auténtico oro pues sus lingotes son ligeros, son etéreos; su peso y solidez no son de este mundo, de este espacio, de este tiempo, lo trascienden…
¿Lo recordarás? No se quedan. Son por definición, un tesoro para viajeros…
Así es, los alquimistas somos viajeros... y viajamos ligeros, cargados de oro.

Viajeros del alma

Viajeros del alma


Los que aman
se vuelven caminantes,
son aventurados, son viajeros.
Se van de viaje cada día, por la misma calle,
de la misma mano… pero con diferente mirada.
La humildad y el agradecimiento son su báculo.


                                                                  
por S. Russek